DISECCIÓN URBANA
Por Alfredo Pérez MX
Los juegos infantiles destinados para el acondicionamiento físico y recreativo de las y los niños que acuden a restaurantes acompañados de sus padres o tutores, se han convertido verdaderamente en campos de batalla.
En esos pequeños espacios de paisaje colorido y dibujos animados, se refleja lo que frecuentemente sucede en casa de muchos niños, la intolerancia, frustración, violencia y agresividad son algunas de las características que se observan en las y, los niños que conviven en esa sala de juegos a la que visitan.

Aunque los juegos infantiles son utilizados como distractor para niños y niñas en los restaurantes y en algunos lugares de venta de hamburguesas, la realidad es que dichos espacios solo se han convertido en depósitos donde los padres o tutores, dejan a sus pequeños, sin asumir plena responsabilidad y prácticamente, son abandonados en el “campo de guerra”.
«Bájate cabrón» «Deja de pegarle a las niñas» «Con una chingada devuelve esos juguetes a los niños» son algunas de las expresiones de los padres de familia que localizados a una distancia no menor de cinco o seis metros, les gritan a sus pequeños crisoles para que guarden la compostura y ellos tranquilamente regresen a su mesa y puedan consultar sus redes sociales o navega en el teléfono celular.
En este viaje por los espacios recreativos de las niñas y niños, el lenguaje inapropiado es otra de las características que prevalece en el ambiente que para otros niños no agresivos, es ajeno y se percibe como catastrófico. Muchas niñas y niños no están acostumbrados a los comportamientos violentos, empujones, agresiones verbales y físicas del resto de los niños.
Estar ahí presente, permite entender que es más fuerte el vínculo entre el teléfono celular y los propios padres de familia o tutores, que el cuidado de sus niños.

Estar presente en la sala de juegos tubulares vestidos de muchos colores, te das cuenta que no todos los padres son omisos con los comportamientos de sus hijos y que en algunos restaurantes se carece de vigilancia o presencia de algún responsable en un de las áreas mas sensibles, como los juegos infantiles.
A través de las redes sociales se han proyectado vídeos y experimentos sociales que dejan claro como algunos agresores sexuales o personas desconocidas, se llevan con facilidad a los menores en cuestión de segundos en los parques infantiles. Sin embargo, ante estos hechos, pareciera que a los padres y tutores es lo que menos les preocupa.
Expertos señalan que ante este escenario donde los niños suben y bajan escaleras, cruzan puentes, arrojan pelotas e ingresan a las zonas prohibidas a través de pasillos y escondites que parecieran un campo o pista de obstáculos de entrenamiento táctico policial, ningún padre de familia asume su responsabilidad cuando su hijos es agresor pero si lo hace, cuando es agredido por otro.
Cuando los padres de familia son agresivos en casa, los pequeños están acostumbrados ha ser advertidos y corregidos con gritos de sus padres y en la sala de juegos replican esos comportamientos.
No importa clases sociales, no importa el estatus pues hasta en la más pomposa zona de juegos se corre el riesgo de convertirse en zona de guerra para los niños.
Lo cierto es que todo es el reflejo y descomposición social que surge desde el núcleo familiar. Cada vez los niños son más agresivos y violentos con un lenguaje que usted puede escuchar solamente en adultos, afirman los expertos en psicología infantil.

¿Qué estamos generando en nuestras casas? Los niños violentos y delincuentes no provienen de otro planeta; los niños son el producto de lo que sus padres están haciendo o dejaron de hacer. La descomposición social y descuido de muchos de los padres de familia hacen vulnerables a los menores para ser agredidos o convertirse en agresores. Un común denominador que da origen del bullying.
Los padres tienen una gran responsabilidad en educar hoy a los hijos, para que mañana no se conviertan en delincuentes o seres violentos.